Testimonio de Francisco Fasan

Universidad anfitriona: University of Glasgow
Ciudad: Glasgow
País: Escocia
Carrera:
Comercialización
Periodo de intercambio: Enero-mayo de 2011

5 meses de Intercambio en Glasgow…

 

Enero, el primer mes, dejando atrás el calor y los días largos de Buenos Aires, pase a días cortos y fríos de Escocia. Cuando llegas a Glasgow te encontrás con un amigo que no te vas a poder separar y es su clima, aunque cueste creer, solo recuerdo 5 días de sol en los 5 meses. Las clases empiezan enseguida, en mi caso solo tuve un día libre antes de empezar, es muy fácil inscribirse en las materias, y si no te gustan tenés la opción de cambiar por otras. En enero todo es nuevo, es un mes en el que uno se encuentra  lleno de expectativas, planes de viajes, en la búsqueda de nuevas amistades. En enero uno es capaz de hacer cualquier cosa por conocer gente nueva, como unirse a sociedades de lo más peculiares (si algo tiene Glasgow es sociedades y de todo tipo), y asistir a reuniones en pubs para charlar temas que jamás se te hubiesen ocurrido. Es el mes de cambios, y todos los cambios llegan de golpe, cenas a las 5 de la tarde, los autos andando del otro lado, las famosas kilts y el scottish accent. Glasgow también ofrece la oportunidad  de hacer deporte y en mi caso hice rugby, el único inconveniente fue que al principio era complicado comunicarse con el equipo, si mencioné que los escoceses tienen un acento peculiar, esto sumado a que los rugbiers suelen ser medios toscos para hablar, se podrán imaginar…

 

Febrero, mi primer viaje, St Andrews capital del Golf, otra de las tradiciones escocesas, ahí conocí a lo que llamaríamos después el Rat Pack, compuesto por dos australianos, Mark y Sachin, un americano, Peter, y yo. Ellos ya se conocían por haber participado de la semana de orientación, pero en mi caso yo los conocí ahí. Para fines de febrero ya me sentía como en casa, estaba entrenando y jugando al rugby como titular, pertenecer al Rat Pack me abrió las puertas para conocer a mucho otros alumnos de intercambio, y gracias a un amigo de rugby quien me comento que en las residencias donde él vivía había lugar decidí mudarme, y pase de vivir con estudiantes de posgrados que no tenían mucha vida social, a vivir con escoceses e ingleses de primer año. Nunca me voy a olvidar el post-it que encontré en la puerta de mi cuarto después de llagar de un entrenamiento diciendo “We are having some drinks in Flat C join us”, en ese momento me di cuenta que la decisión de mudarme había sido la mejor.

 

Marzo, las clases iban bien, ya estaba lleno de amigos y ya me había acostumbrado al clima, todo marchaba sobre ruedas. Para San Patricio, decidimos con unos amigos planear un viaje a Dublin, Irlanda, fue una fiesta increíble, toda la ciudad vestida de verde. En marzo un compañero de clase, luego de un viaje organizado por la profesora, me hizo conocer el Lengguage Coffee, lugar donde estudiantes de todo el mundo se juntaban a tomar un café y charlar, y de ahí también me llevé grande amigos. Al terminar marzo, también terminaron las clases, parecía mentira pero con solo tres meses se empezaba a acercar el fin.

 

Abril, vacaciones de primavera, las vacaciones más extrañas que he visto un mes de vacaciones entre la cursada y los exámenes. Mis viejos vinieron a visitarme, y pudieron probar lo que les venía diciendo vía skype, que realmente estaba sano y salvo. Con mis viejos recorrí las principales ciudades de Europa, Frankfurt, London, Edinburgh, Liverpool, Amsterdam, Brujas, Paris, Madrid, Toledo, Barcelona, Milán, Roma, Venecia, y Praga. Pero luego de un mes viajando, ya quería volver a “casa”, a mi cuarto en Murano Street Student Village, donde mis amigos me estaban esperando para compartir una Tennent’s.

 

Mayo, mi último mes en Glasgow, mes de exámenes, mes de despedidas. Sonaba extraño tener reuniones de fin de año en mayo, pero era así, el ciclo lectivo estaba llegando a su fin y había que festejar por los inolvidables meses que habían pasado. Por suerte los exámenes no fueron muy difíciles, aunque tengo que reconocer que me tuve que pasar días enteros en la biblioteca del centro de estudiantes, lugar donde concurría no solo por ser de los pocos lugares donde no estaba repleto de gente estudiando, sino también porque incentivaban al estudio ofreciendo café y té gratis.

En junio llego la hora de decir adiós a esta preciosa ciudad, y con ella a todas las personas que allí conocí, es difícil decir adiós y por eso preferí decir hasta la próxima. No sé si volveré a Glasgow algún día, pero lo que sí sé, es que esos recuerdos quedarán para siempre.

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